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En compañía de Juan Antonio Escobar escribimos el libro que lleva el mismo título de esta columna y lo presentamos en la Feria de Bogotá, con comentarios del director del Foro Nacional Ambiental, el exministro Manuel Rodríguez Becerra, y la politóloga Elizabeth Beaufort. .

Tiene tres capítulos en 202 páginas y, por tratarse de un tema nuevo y complejo, adoptamos el método catequético para su desarrollo, en forma de 98 preguntas consecutivas, cuyas respuestas conducen a la formulación de la siguiente. También cuenta con 43 gráficos ilustrativos y 35 cuadros sinópticos que facilitan la comprensión y sintetizan las ideas clave.

En el primer capítulo, con los datos sobre las consecuencias que se manifiestan en el espacio planetario donde hay vida (la biosfera), donde ya se han superado cuatro de nueve umbrales ambientales definidos; La huella material por habitante aumenta y la disponibilidad biológica para cada persona se reduce; Ratificamos la necesidad de una transición porque la degradación está creciendo más allá de la regeneración de los recursos naturales.

Los aportes de William Nordhaus (Premio Nobel de Economía 2013) y Rodríguez Becerra son fundamentales para el análisis. Este último aporta información sobre Colombia, donde el libro da un panorama completo del estado de la nación en el contexto global de la crisis climática.

Con este interés se suman nuevos datos a los ya conocidos por el mundo y la nación; Se exponen los daños observados y también la influencia de actividades económicas, productivas, sociales, ambientales, de consumo y otras actividades antropogénicas como causas de los daños y el efecto nocivo de un aumento de la temperatura media por encima de los niveles de la época preindustrial.

La conclusión, más allá de la inminente necesidad de enfrentar un desorden global, es que el aporte prioritario de Colombia, debido a su pequeña participación en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) de menos del 0,6 por ciento del total mundial entre los 50.000 millones de toneladas emitidas por año, es lo que Nordhaus define como estrategia de adaptación. Se trata de «enfrentar un mundo más cálido», como propuso Rodríguez a través de la conservación y reparación de los ecosistemas y cuyo punto de partida es frenar la deforestación de los bosques. Los países tienen diferentes rutas.

El segundo capítulo trata de la economía política de la transición energética; es decir, cómo se distribuyen los beneficios y los costos dentro de la forma dominante de la economía contemporánea: el capitalismo financiero. Ya se manifiesta en los valores bursátiles de las grandes empresas transnacionales, en alza por sus «acciones climáticas», o en la presencia de fondos especulativos como accionistas institucionales -que también lo son de petroleras- de vehículos eléctricos y solares y de empresas. . energía eólica Sin duda, la “economía verde” es un nicho de inversión con jugosos rendimientos, un excelente negocio que pretende revertir las tendencias a la baja en la tasa de plusvalía.

Colombia no es la excepción. Los proyectos solares, eólicos y de hidrógeno verde forman parte de ese mismo modelo corporativo, perfilado desde el Gobierno de Duque y continuado, e incluso escalado, en el de Petro. Capítulo aparte merecen los «mercados de carbono», en los que se realizan pagos para preservar o proteger la naturaleza o eliminar la contaminación mediante transacciones de bonos en títulos financieros, cuestionados por investigaciones independientes que denuncian, para el mundo y para Colombia, una falta de eficiencia. y transparencia.

Reemplazar los 48 mil millones de barriles de petróleo que se entregan anualmente a la población mundial (Václav Smil) es en sí mismo una empresa ilusoria. Si sumamos los altos riesgos de los grandes consorcios de petróleo, gas y carbón; si se reconocen las limitaciones sociales y técnicas para la plena aplicación de las fuentes no convencionales de energía renovable (FNCER) y se ve que naciones poderosas luchan por el control físico de los minerales necesarios y por la supremacía en los mercados de las «verdes» » bienes. «; Es evidente la falta de esfuerzos comunes, imprescindibles, como insiste Nordhaus, para limitar el aumento de temperatura a los niveles deseados.

La caótica organización política y económica contemporánea, caracterizada por la competencia entre potencias, es el primer obstáculo incluso para un enfoque verdadero y completo de la transición. Este saqueo no respetará la soberanía energética de los países, ni la justicia ambiental, ni la eficiencia necesaria, ahí es donde deben poner los ojos los que predican el apocalipsis, los catastrofistas.

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